El hombre de los tres siglos





Juan Filloy (1894-2000) nació y vivió en Córdoba, Argentina, y fue uno de los autores más secretos y prolíficos de nuestra literatura. Elogiado por Cortázar y Alfonso Reyes, su novela Caterva influyó en Leopoldo Marechal y muy especialmente en su Adán Buenosayres. Su obra incluye más de 50 títulos (algunos todavía inéditos), que abarcan los géneros novela, cuento, poesía y ensayo. Traducida recientemente al alemán, su novela Op Oloop se convirtió en un éxito de crítica y de lectores. Principales obras: Novela: ¡Estafen! (1932), Op Oloop (1934), Caterva (1937), La potra (1973), Vil &Vil (1975), La purga (1977). Relatos: Los Ochoa (1972), Tal cual (1980), Gentuza (1991). Poesía: Balumba (1933), Sonetos (1996). Crónica: Periplo (1931), Aquende (1935). Ensayo: Urumpta (1976), Sagesse (1994).  
(De El Cuenco de Plata, Colección Biblioteca Popular, Serie Autor) 


Después de recibirse de abogado, llegó a Río Cuarto a comienzos del año 1920, por sólo dos meses, "para probar", quedándose por 64 años. Filloy fue prácticamente el inventor de la parodia en la literatura latinoamericana de este siglo. Su obra es un infinito ejercicio de realismo alusivo, de ironía constante. Juan Filloy tenía una pasión especial por los palíndromas, palabras o frases que se pueden leer en ambos sentidos.





De SONETOS:

      "No diré que tu frente es de diamante
      ni tus labios dos límpidos rubíes
      ni los dientes que muestras cuando ríes
      dos hileras de perlas de Levante...

      No diré que fulgura rutilante
      el zafir de tus ojos si sonríes
      ni que es oro el cabello conque engríes
      el alabastro de tu tez fragante...

      No lo diré jamás; porque yo quiero
      que sepas que soy bardo y no joyero;
      y que sepas también para tu gloria

      que pesado tu ser en santa calma
      prefiero a tu belleza transitoria
      la suprema belleza de tu alma."
  


De OP OLOOP:
"Sonriendo tétricamente secó la tinta. Su letra era neta, firme, estilizada con sobriedad. Acto continuo, sin ninguna hesitación, redactó:

   Yo, Optimus Oloop, soltero, treinta y nueve años, nativo de Uleaborg, Finlandia, por este mi testamento ológrafo declaro: Primero: Que no tengo herederos forzosos. –Segundo: Que no debo nada a nadie ni nadie me debe a mi. –Tercero: Que mi patrimonio lo constituyen el mobiliario de este departamento y veintiocho mil pesos depositados en el Banco Anglo Sud Americano. –Cuarto: Que lego el mobiliario con todo su material científico a la Dirección Nacional de Estadística; y el resto de los enseres a mi "valet". – Quinto: Que lego el dinero, por partes iguales, a Mina Uusikirkko, Kustaa lisakki, Piet Van Saal y Franziska Hoerée. –Sexto: Que estando la primera internada en el Manicomio de Mujeres de Helsingfors, Piet Van Saal dispondrá de la suma para atender al recobro de su salud. –Séptimo: Que estando la segunda como pupila "chez" Madame Blondel, de esta ciudad, Franziska Hoerée dispondrá de la suma para obtener su reeducación. –Octavo: Que mi cadáver sea cremado y mis cenizas aventadas sobre el Río de la Plata, por el Comisario de tráfico aéreo, don Luis Augusto Penaranda, próximo al lugar donde desaguan los detritos de la urbe; mientras, simultáneamente, el Jefe de obras sanitarias, don Cipriano Slatter, escriba en la playa este epitafio:





"Aquí yace Op Oloop.
Para él nada fue difícil
excepto el amor.
¡Por eso amó tanto a las
mujeres fáciles!"


   –Noveno: Nombro albacea para el cumplimiento de estas disposiciones a don Gastón Marietti, amigo fiel, cuya riqueza y cultura superan al bien y al mal. En Buenos Aires, a veintitrés días de abril de mil novecientos treinta y cuatro.


Optimus Oloop"


De SAGESSE
"De tal suerte, cuando todo ha fluido sin quebranto ni decadencia, llegar a los 100 años no es una proeza sino un hecho común. Lamentable es entonces que el hombre  gregario sea un saboteador permanente de su organismo; y que, en el afán de apurar los goces de la existencia, encienda por las dos puntas la vela de la vida…"
(Cap. "Digo yo a los 100 años. Aplomo y despejo")



Julio Cortázar fue uno de los primeros grandes escritores que le rinde tributo en su RAYUELA
"Puede ser dijo Oliveira. Pero no tienen a ningún Juan Filloy que les escriba Caterva. ¿ Qué será de Filloy , che? Naturalmente la Maga no podía saberlo, empezando porque ignoraba su existencia. Hubo que explicarle por qué Filloy, por qué Caterva.(...).

Filloy, carajo decía Oliveira mirando las torres de la conserjería y pensando en Cartuche. Que lejos está mi país, che, es increíble que pueda haber tanta agua salada en este mundo de locos.”
(Cap. 108).